domingo, 19 de diciembre de 2010

Y de repente todo pasa, o ha pasado...



No recuerdo bien quien lo dijo, aunque sabiéndome un completo inútil para recordar nombres, poco me extraña; el caso es que lo dijo: "La vida es aquello que te sucede mientras haces planes para vivirla". O por lo menos algo parecido.

Y la verdad es que me sorprendo a mi mismo siendo víctima de ese mismo pensamiento. Hoy he visto, una vez más, una vieja película de los ochenta, lo que me ha recordado la cantidad de tiempo que ha pasado desde la primera vez. Y es que miro a mi alrededor, en mi casa, donde vivo y gestiono mi propia vida, en la que decido las cosas grandes y las pequeñas; y me doy cuenta de que esta situación ha llegado como sin avisar. No hace cinco años vivía en casa con mi madre, ajeno a toda responsabilidad y ahora tengo dos facturas mensuales a mi nombre. 

He echado en falta una señal, un rito iniciático que me de acceso a esta nueva vida, que me avise al menos. Pero no, todo ha llegado lentamente, digo yo, o demasiado rápido para siquiera darme cuenta. Un enigma, pero evidente es que ha sucedido.

Y es que ni siquiera he tenido tiempo de imaginármelo, de pensar en que tipo de casa quiero tener, de crear y recrear una ilusión de lo que será mi casa, de tantas cosas en las que pensar.

Diré que de todas formas en nada me estresa este hecho, pues vivir, vivo, aunque lo haga, como a veces creo que hago, a salto de mata. Claro que tampoco conozco la experiencia de la mayoría de la gente que me rodea, y no sé si a ellos tampoco les salen los planes que ni siquiera han hecho.

Tal vez lo mejor del caso sea precisamente eso, no haber creado ninguna expectativa, pues suele ser madre de la frustración. Así que termino recordando algo que dijo alguien cuyo nombre obviamente olvido: "Vive el momento, pues ni el pasado ni el presente existen".

miércoles, 15 de diciembre de 2010

To wash or not to wash



No parece que esta entrada vaya a descubrir los entresijos del universo, ni mucho menos pretender buscar el origen del pensamiento humano, pero no puedo por menos que escribir unas líneas a algo tan cotidiano como fregar los platos.

En realidad lo que quiero hacer es contraponer dos situaciones tan dispares como lo son tener que discutir por unos platos que llevan dos días (de calendario) en el fregadero sin ser limpiados y discutir para impedir que tu pareja friegue, porque ya ha hecho suficiente.

Como bien he dicho, poco trascendental la situación; pero que en el fondo, bien puede usarse como piedra angular de la convivencia, o como mínimo, como un buen indicador de la existencia o ausencia de la misma.

Escribo esto para ser consciente de estas dos realidades que para bien o para mal he vivido personalmente gracias a las personas que en un tiempo u otro he elegido para compartir vida, casa y, como no, fregado.

Sólo me queda dar gracias a los dioses por estar acompañado ahora por quien se preocupa por fregar tanto como yo; y recordarme a mi mismo lo fácil que se olvida lo que fueron unos platos que, en un momento pretérito, pernoctaron hacinados en un pequeño cubículo metálico a la espera de alguien que los rescatase.

A veces las cosas simples significan mucho, otras, demasiado.

martes, 7 de diciembre de 2010

La vida florece, a pesar de Liebig




En general no me quejo de mi vida, puesto que he de admitir que vivo bien. Adicionalmente, teniendo en cuenta que me considero una persona libre y con capacidad para elegir su camino, no puedo quejarme del rumbo que toma mi existencia, elegido por mi mismo como ha sido.

Pero a veces... que duro es mirar hacia un futuro incierto (como si hubiera futuros con garantía) y no dejarse llevar por la angustia existencial. Especialmente cuando los dineros se van agotando y los ingresos no se prometen continuos.

Es en esos momentos en los que decido mirar a mi alrededor, realizar una breve auditoría de mi vida, mi entorno, mis sueños y mis logros con la sana intención de recordarme que estoy vivo, de que no es mi vida un valle de lágrimas y ,muy al contrario, soy una persona muy afortunada gracias a las personas que me rodean y a las circunstancias donde me ha tocado vivir. Pero luego viene Liebig...

¿Y quién es ese Liebig, si puede saberse?, se preguntará alguno, pues un alemán ya hace tiempo fallecido famoso por dos logros. El primero, y el que mayor fortuna le reportó, por crear un extracto de carne gracias a un proceso de su invención. Esto es algo que dudo me afecte en lo más mínimo ni ahora ni nunca. Y en segundo lugar por formular la conocida como Ley de Liebeg, o Ley del mínimo, que establece que en el crecimiento vegetal lo importante no es aquello que abunda, si no el factor con menor presencia, el denominado factor limitante.

Pues bien, no siendo un vegetal debiera importarme poco esta ley tan interesante para la fisiología vegetal, pero me ha dado por pensar a mi que tal vez sea extrapolable a otros aspectos de la existencia.

Esta ley viene a decir que da igual todo lo que tengamos en cantidad suficiente, pues será aquello de lo que carezcamos lo que limitará nuestro crecimiento. Entiéndase crecimiento personal en lugar de vegetal y ya tenemos hecha la puñeta a nuestra existencia. Pues de ser esto así, y haciendo una simplificación cercana al absurdo pero a la vez muy comprensible, no importará si tenemos salud y amor careciendo de dinero, o dinero y amor careciendo de salud, pues lo que nos condiciona es aquello de lo que carecemos.

Lo cual, hablando mal y pronto, es una putada.

Por suerte nos queda el alivio de saber que los niveles mínimos son tan subjetivos que sería imposible determinar un valor objetivo de felicidad. Por lo tanto hagamos como la gata de mi madre, que es feliz con una caja de cartón donde meter aunque sea tan sólo una pata.


domingo, 28 de noviembre de 2010

Los caminos de Dios... o del Diablo

Últimamente no escribo demasiado, será desidia... pero bueno, mi intención es recuperar el ritmo de una vez a la semana. Como dicen por ahí: "De intenciones esta empedrado el camino del infierno", así que no se donde voy a acabar, si en el infierno por desidia o por lo que escribo cuando lo hago. La verdad es que entre una cosa y otra no paro de escribir de Dios y de sus mitos... cosas que tiene uno, eso y una hermana que últimamente lee demasiado un sólo libro, pero bueno, ese es otro tema, o no.

Así que para proseguir por mi camino, voy a publicar algo, aunque en realidad esto no es mío. Ya lo siento, pero me gusto mucho y quería tenerlo guardado en algún sitio seguro. (Después de la repentina muerte de mi ordenador, ya no me fío, así que lo dejo en manos de internet, ese gran ente disforma que espero que no se desconecte de momento).

Pues eso, aquí lo dejo, espero que os guste:


Laura Schlessinger es una conocida locutora de radio de los Estados Unidos que tiene un programa en el que da consejos en directo a los oyentes que llaman por teléfono.

Recientemente saltó la polémica (y más cuando se mezclan temas de religión y homosexualidad, donde cada persona interpreta lo que dice Dios y la Biblia de una manera distinta), cuando la presentadora atacó a los homosexuales.

Esta locutora ha dicho recientemente que la homosexualidad es una abominación, ya que así lo indica la Biblia en el Levítico, versículos 18:22, y por tanto no puede ser consentida bajo ninguna circunstancia.

Lo que a continuación transcribimos es una carta abierta dirigida a la Dra. Laura escrita por un residente en los Estados Unidos, que ha sido hecha pública en Internet (no tiene desperdicio):


 

   "Querida Dra. Laura:

   Gracias por dedicar tantos esfuerzos a educar a la gente en la Ley de Dios.

   Yo mismo he aprendido muchísimo de su programa de radio e intento compartir mis conocimientos con todas las personas con las que me es posible. Por ejemplo, cuando alguien intenta defender el estilo de vida homosexual me limito tan sólo a recordarle que el Levítico, en sus versículos 18:22, establece claramente que la homosexualidad es una abominación. Punto final.

   De todas formas, necesito algún consejo adicional de su parte respecto a algunas otras leyes bíblicas en concreto y cómo cumplirlas:

    1. Me gustaría vender a mi hermana como esclava, tal y como indica el Éxodo, 21:7. En los tiempos que vivimos, ¿qué precio piensa que sería el más adecuado?.

   2. El Levítico, 25:44, establece que puedo poseer esclavos, tanto varones como hembras, mientras sean adquiridos en naciones vecinas. Un amigo mío asegura que ésto es aplicable a los mejicanos, pero no a los canadienses. ¿Me podría aclarar este punto? ¿Por qué no puedo poseer canadienses?.

   3. Sé que no estoy autorizado a tener contacto con ninguna mujer mientras esté en su período de impureza menstrual (Lev 5:19-24). El problema que se me plantea es el siguiente: ¿cómo puedo saber si lo están o no?. He intentado preguntarlo pero bastantes mujeres se sienten ofendidas.

   4. Tengo un vecino que insiste en trabajar en el sábado. El Éxodo 35:2, claramente establece que ha de recibir la pena de muerte. ¿Estoy moralmente obligado a matarlo yo mismo? ¿Me podría apañar usted este tema de alguna manera?.

   5. En el Levítico 21:20, se establece que uno no puede acercarse al altar de Dios si tiene un defecto en la vista. He de confesar que necesito gafas para leer. ¿Mi agudeza visual tiene que ser del 100%? ¿Se puede relajar un poco esta condición?.

   6. La mayoría de mis amigos (varones) llevan el pelo arreglado y bien cortado, incluso en la zona de las sienes a pesar de que ésto está expresamente prohibido por el Levítico, 19:27. ¿Cómo han de morir?.

   7. Sé, gracias al Levítico, 11:6-8, que tocar la piel de un cerdo muerto me convierte en impuro. Aún así, ¿puedo continuar jugando al fútbol si me pongo guantes?.

   8. Mi tío tiene una granja. Incumple lo que se dice en el Levítico 19:19, ya que planta dos cultivos distintos en el mismo campo, y también lo incumple su mujer, ya que lleva prendas hechas de dos tipos de tejido diferentes (algodón y poliéster). Él, además, se pasa el día maldiciendo y blasfemando. ¿Es realmente necesario llevar a cabo el engorroso procedimiento de reunir a todos los habitantes del pueblo para lapidarlos? (Lev 24:10-16). ¿No podríamos sencillamente quemarlos vivos en una reunión familiar privada, como se hace con la gente que duerme con sus parientes políticos? (Lev 20:14).


Sé que usted ha estudiado estos asuntos con gran profundidad, así que confío plenamente en su ayuda.
Gracias de nuevo por recordarnos que la palabra de Dios es eterna e inmutable."


Si os interesan este tipo de reflexiones, una recomendación literaria: "Reflexiones contra la religión", de Mark Twain, un tipo muy majo. 




lunes, 22 de noviembre de 2010

La llegada del joven señor



Heme aquí, Baltazar, maestre de la casa Oster, dispuesto a narrar los sucesos que acontecieron en los días posteriores a la llegada de mi joven señor, Sir Victor Oster, el tercero de la casa al que sirvo. De todas formas considero oportuno comenzar mi relato un poco antes, siquiera sea para poner al lector en antecedentes.

Sir Victor, hijo de Sir Galant Oster y Lady Elaine Widock, nació de la prometedora unión de dos casas nobles de no demasiada importancia, pero de intereses complementarios; la primera, una casa de rancio abolengo asentada en los valles septentrionales de las Montañas de la Luna, la segunda, una casa bien situada en las tierras del norte gracias a sus intereses mercantiles y su flota naviera. 

Sería injusto obviar que Sir Victor vino a este mundo acompañado de una hermana melliza, Lady Elaine, llamada así por su madre, orgullo de sus progenitores, pero para la que el destino guardaría una trágica y prematura desaparición. Precisamente fue este desastre el que marcaría su vida y con ella el destino de la casa Oster para siempre.

Habiendo sido llamado Sir Galant para una larga campaña por su señor más inmediato y sabiéndose estas tierras propensas a los ataques de los clanes salvajes, se decidió que madre y mellizos viajasen a los dominios de la casa Widock, tierras más civilizadas donde podrían disfrutar de una mayor seguridad.

El día en que Lady Elaine se despidió de los domésticos de Osterock, fortaleza de la casa, sería el último día que la viese, pues su viaje nunca permitió que barco alguno la trajese de vuelta.  Y no se fue sóla, pues la acompañó su tierna hija de igual nombre, dejando como único superviviente de una travesía maldita al que hoy es mi señor, el niño Victor Oster. A pesar del dolor que causó tamaña tragedia, el heredero de la casa estaba a salvo.

Tras este cruento viaje, Victor Oster fue llevado al amparo de su casa materna, donde su abuela Lady Ingrid Avery ocupó el lugar de su madre arrebatada por las aguas, dedicándose en cuerpo y alma a la educación de quien habría de convertirse en caballero y gobernante de nuestra noble casa.

Quiso el destino que este momento llegase prematuramente, a la joven edad de 18 años, cuando para gloria de nuestro buen rey, Sir Galant Oster perdiera la vida en defensa de su señor.

Así mi relato alcanza el brumoso día en que un grupo de gráciles veleros, con Sir Victor en la proa de uno de ellos, entrase en la bahía del Yule y atracasen en Yuleport. Los que pudieron contemplar la escena desde las torres de vigía del puerto describirían después la escena como una aparición casi faerica, con el joven caballero de cabellos dorados como elevado sobre las aguas de la bahía, surgido de entre la niebla cual aparición, hasta que los primeros rayos de sol de la mañana iluminaron su brillante armadura color rojo carmesí.

La sensación de aparición permaneció en tanto que, tras atracar, de las  naves descendió un séquito igual de joven que nuestro señor, dando la impresión de que nos visitase un noble elfo con su corte de niños perdidos. No serían pocos los que, a pesar de verse maravillados por la llegada del señor, no fueron capaces de confiar en que un muchacho imberbe de cabellos dorados, que había permanecido lejos de su dominio desde su más tierna infancia, fuera capaz de traer la paz y orden que los años de guerra habían arrebatado de la región.

Afortunadamente para él, y para todos nosotros, el castellano de su padre, William Todd, hombre leal y capaz, no tuvo duda alguna, y al encontrarse junto a su nuevo señor, hincó rodilla en tierra y ofreció su espada como signo de sumisión. Este hecho tranquilizó a muchos, pues William Todd, "el puño de los Oster", era capaz de acallar las dudas más persistentes con su sola presencia. Fue una imagen extraña, pues nuestro señor, apenas un niño, era agasajado por la impresionante mole de William, uno de los hombre más grandes de la región, quien aún agachado, casi sacaba una cabeza a nuestro joven señor.

Y así comenzó la vida de Sir Victor Oster como señor de Osterock y protector de Yuleport, con muchas dudas y un atractivo tal, que muchos hombres eran incapaces de sentirse cómodos en su presencia.



lunes, 25 de octubre de 2010

Horreur de ordenadeur




Como los comics que de pequeño leía, grito horreur, suponiendo que quiere decir horror, al ver como el único led que se enciende de mi ordenador da muestra de la catástrofe que ha acontecido. Un único led, verde, no verde esperanza, que ya quisiera; parpàdea por un segundo, para después retornar a su actual estado de mutismo y silencio. Ya no oigo el suave ronroneo del ventilador, ya no no me desespero por las mil y una funciones que mi querido "ventana con vistas" decide activar antes de poder dejarme escribir una sóla línea, ya no... porque murió. Sin avisar, porque nadie que posea ordenador puede pensar que un bloqueo más de losa habituales podía significar tanto, o tan poco. Y ya no está.

Ahora mendigo ordenador y acceso a la red, como un desahuciado digital, que carece de lo más básico. ¿Cómo responderé a un e-mail, cómo conoceré las opiniones de mis amigos al otro lado del globo y en la esquina de mi barrio, cómo podré saber que me ofrece la, ultimamente insulsa, cartelera de cine? Tantas cosas...

Hace poco escuché un término novedoso, fruto de nuestro tiempo: ignorante funcional. Al parecer aquella persona que carece de las dos herramientas más básicas de nuestro tiempo: el idioma del imperio y destreza con la maquina pensante. Con mi inglés tan oxidado como un trato viejo abandonado a la intemperie y muerta mi máquina pensante, ¿horreur! vuelvo a gritar, pues me estoy convirtiendo en un mendigo ignorante. Cuanta decadencia fruto de la desidia de un puñado de leds verdosos que han decidido apagarse para siempre.

¡Oh! ¡Destino! ¡Oh! ¡Dioses! Necesito un ordenador nuevo, a poder ser con un procesador y tarjeta gráfica más potentes...

lunes, 18 de octubre de 2010

Si yo fuera rico... tara ri ra ri ra ri



No volveré a repetirme al definirme como raro, pero el encontronazo que he sufrido hoy con la normalidad me ha dejado verdaderamente trastocado.

Pongámonos en situación, dentro de mi plan magistral para formar parte del bureau, asisto a clases de vasco, en las que puedo conocer gente de lo más variopinta, o mejor dicho, normal. Pues bien, hoy ha surgido el tema del dinero, o para ser más exactos, la idea de tener el dinero suficiente para no volver a trabajar. Dejando aparte los tópicos sobre si el dinero trae la felicidad o no, la mayor parte de la gente ha compartido la opinión de que, en el caso de tener tanto dinero, se aburrirían de no hacer nada.

Supongo que hasta aquí nada es necesariamente extraño, pero si se profundizaba en la idea, relucía un planteamiento espeluznante, por lo menos a mi entender. Se trata de lo siguiente, se aburrirían al carecer de un objetivo en la vida; objetivo que actualmente consiste en trabajar duro para poder acceder a la compra de un coche, en primer termino, y una casa en segundo.

De nada ha servido el proponerles viajar a lo largo y ancho de este mundo, puesto que también les terminaría cansando. Qué decir de estudiar algo de su interés, el estudio es visto únicamente como una vía para logar un trabajo cualificado. Ni siquiera he intentado explicarles la multitud de objetivos personales que se pueden desarrollar sin las limitaciones impuestas por tener que trabajar para ganarse el pan, o coche o lo que sea.

Todo esto me ha dejado francamente impresionado. Y aún ahora, cuando escribo estas lineas, me cuesta entender que haya personas cuyo único objetivo en la vida sea conseguir un trabajo para poder obtener coche y casa. 

De todas formas, lo que si entiendo es la soledad y sentimiento de hallarse perdido, a la deriva, de alguien que decide reflexionar sobre su propia vida desechando cualquier salvavidas emocional o camino mil y una veces recorrido por sus pares. Supongo que es el rechazo a esta angustia vital la que nos hace seguir las marcas dejadas por otros antes que nosotros, como una garantía de seguridad, aunque sea un camino marcado hacia el precipicio.



domingo, 17 de octubre de 2010

Dios, dioses.





ateo, a.

(Del lat. athĕus, y este del gr. ἄθεος).

1. adj. Que niega la existencia de Dios. Apl. a pers., u. t. c. s.

agnosticismo.

(De agnóstico).

1. m. Actitud filosófica que declara inaccesible al entendimiento humano todo conocimiento de lo divino y de lo que trasciende la experiencia. 

creyente.


1. adj. Que cree, especialmente el que profesa determinada fe religiosa. U. t. c. s.


Muchas definiciones son estas, pero estando en darles vueltas llegué a una conclusión, sin ser humano, no puede haber Dios. 


Tal y como ya escribí en otro momento, estimo que la religión es una forma de organizar unas creencias sobrenaturales que un hombre sabio o shaman de una de las primeras tribus humanas tubo a bien crear para dar una forma a todo aquello que escapa a la gran mayoría de los mortales. Esta idea que surgiría entre nuestros más primitivos ancestros bien pudo significar una herramienta positiva frente a la competencia con otras tribus que careciesen de ella. 

Y en ese mundo sobrenatural, no pudo por menos que aparecer uno o varios dioses, como voluntades de lo incognoscible. Así debió de comenzar la idea de Dios. Puesto que, ¿podría haber existido Dios antes de existir el ser humano?. Si se trata de una idea o "meme", no; puesto que no puede existir una idea sin mente o voluntad que la piense o exprese.

Supongo que hay quien pueda pensar que si la naturaleza de Dios es la de la ideas pensadas por el ser humano, Dios no existe, pero creo que en este argumento se peca de simplificar las cosas o de buscar demostrar la inexistencia de un Dios definido por algunas religiones. Además, no es esa mi intención.

Lo que es innegable es que lo que es pensado, una idea, existe como tal, a pesar de no ser tangible. Negar la existencia de todo cuanto no puede medirse o verse con los ojos sería negar demasiadas cosas de un plumazo, ¿o acaso alguien puede darme las coordenadas de sentimiento alguno?

Partiendo de la base de que existen los sentimientos, pues todos los hemos experimentado, a pesar de no haberlos medido, ¿Dios podría existir como un sentimiento más dentro de nuestra compleja naturaleza?

La mayor parte de los comportamientos humanos pueden ser explicados desde la etología más sencilla, puesto que seres naturales somos, a pesar del pensamiento de que nos alejamos de lo natural. Pero existen algunos comportamientos que trascienden nuestros instintos y no pueden ser explicados tan fácilmente, ¿o no? Tal vez sólo sean comportamientos complejos en apariencia, pero con una base natural difícil de apreciar.

Sea como fuere, la misma idea de Dios y el sentimiento religioso podrían ser entendidos como otros sentimientos inherentes al ser humano, como es el caso de los celos, el amor, la compasión, el arte o el nacionalismo; ideas a las que por otra parte nadie osa negarles la existencia. Entonces, ¿porqué se niega la existencia de Dios? Tal vez sea porque sus defensores no son capaces de aceptar las limitaciones de una idea, o porque sus detractores son incapaces de aceptar una idea que les es tan contraria. 

Así las cosas, ¿no puede existir Dios como un sentimiento humano, como el amor o el odio o el arte o el nacionalismo?





viernes, 8 de octubre de 2010

Aventuras y desventuras de un miércoles que estaba en medio



Todo empezó un miércoles que, como viene a ser habitual, estaba en medio, así como si tal cosa, sin meterse con nadie. El problema es que, aunque seas un miércoles normal, que no pretende estar más cerca del fin de semana de lo conveniente, ni mira por encima del hombro a ningún martes, por ser como son los martes; te puedes encontrar con un día festivo que cambia cada año, esos lunes de puente que ya no saben si son lunes o una re-edición del domingo... y cosas por el estilo, lo cual hace todo muy complicado.

Entonces es cuando todo parece resquebrajarse y uno ha de ir de un día a otro apagando fuegos, sujetando las columnas que amenazan con desplomarse sin previo aviso, y todo eso es agotador.
¿Y por qué todo esto? ¿Tal vez sea por tener un carácter de lunes? Pudiera ser.

Si en el fondo tienes carácter de lunes, pero decides vivir apartado de ese rol, tal vez seas visto con desconfianza; como un rival potencial por esos jueves que se aventuran a querer iniciar la semana; o mal entendido por esos domingos que no quieren darse cuenta que el siguiente día no es festivo, o quién sabe que otros problemas pueden surgir.


¡Qué complicado es vivir a lo largo de poco más de una semana!

PD: Desde aquí un agradecimiento a todos aquellos martes que me han apoyado desde su discreta posición.


sábado, 18 de septiembre de 2010

Mi guerra personal

Lo que no escribí hace unos días es que en el fondo, lo que deseo es luchar contra el Deseo mismo, quien tanto pesar me ha causado, quien tanto me ha atormentado. Y cuando más convencido estaba de que renegando del deseo, había encontrado mi presente; reflexiono, recuerdo y pienso para ver que el deseo se encontraba tan cerca que de cerca pasó inadvertido. Quise oponerme al Deseo, y no pude desear peor cosa, pues el deseo ya estaba en mi. Y en el fondo me gusta, es lo que deseo.



A su vez, por distinto camino, Sino me demuestra una vez más mi soberbia, lo que fructifica en estupidez sino se controla. Por hoy me he salvado, soy más sabio para ser más niño. Gracias a los dioses.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Oh destino!! U otros dioses...



Siempre he pensado que para el desarrollo del pensamiento es necesario el ocio. Sólo en libertad para pensar en algo que no sea buscar la próxima comida se puede pensar en aquello que trasciende a la realidad más cercana. Es por ello que he de regocijarme de vivir donde vivo, con la suerte de verme condenado a pensar en todo aquello que nos rodea, a veces, tal y como digo, condenado, pues puede volverse en un exceso. Por ello habré de dar gracias al Destino, quien me ubica donde soy, pues de lo contrario no seria tal.
Sin embargo, mantengo una cierta lucha con Deseo, pues no llego a comprender porque nos oponemos a lo que el buen Destino nos depara y deseamos aquello de lo que carecemos. Aunque supongo que en eso consiste el deseo, en desear, y sólo se desea lo que no se tiene, aquello fuera de la esfera de nuestro destino. Así fue descrito ya hace dos mil años por los primeros ociosos, y tal vez sólo repetimos lo que ellos iniciaron por nosotros.

Entonces, ¿debiéramos luchar por sueños deseados, o seremos más felices navegando plácidamente por las aguas que nos ofrece nuestro destino?

Quién sabe a que dioses muertos hay que realizar esta pregunta...

jueves, 2 de septiembre de 2010

Pensamiento temporal

 
 
Los pensamientos pueden atormentar si se realizan en la dirección inadecuada. Esto es, el pensamiento es nuestra manera de racionalizar el mundo para entenderlo, pero si se realizan erróneamente, nos pueden llenar de dudas sin respuesta.

Respecto a la dirección del pensamiento. Un pensamiento puede enfocarse al presente o desviarse a lo inexistente, ya sea pasado o futuro. El pensamiento que encontramos en el presente carece de movimiento, por ser donde es, no se desplaza. El pensamiento derivado hacia el pasado crea un movimiento retrógrado, que ancla el pensamiento a un hecho inexistente. El pensamiento proyectado hacia el futuro es incierto y crea un desarrollo inexistente pero muy dañino pues puede suplantar al pensamiento presente, el único que es.
 
Mantener el pensamiento en el presente, pero utilizando el pasado como experiencia previa y el futuro como planificación de nuestros pasos es la tarea para evitar pensamientos deletéreos.

Ahora bien, el modo de desarraigar estos pensamientos inadecuados es diferente en base a la dirección en la que se desarrollen. Para los pensamientos anclados en el pasado, hay que avanzar al tiempo presente. para aquellos desviados hacia lo imaginable en el futuro, transmutar futuro en presente.

Para destruir eficazmente la desviación hacia el futuro, no hay como avanzar hacia un futuro aún más lejano, donde su fuerza es tan tenue que no hay por más que regresar al presente purificado.



lunes, 16 de agosto de 2010

Leona de venecia




En la nebulosa esfera de los dominios de Morfeo...


...paseaba por callejas y callejones atestados de puestos de la Serenísima, mil y una mercancías traídas de oriente y occidente se agolpaban por mesas y paredes, cubriéndolo todo, apenas dejando ver nada que no estuviera en venta. Caminé disfrutando de la majestuosa decadencia de los edificios de la antaño gloriosa Venecia, sin detenerme atravesé Rialto, el más imponente paso sobre el Gran Canal, siempre rodeado de mercaderías. No encontraba buena espada alguna, todas eran traídas de oriente o de la antaño gloriosa Toledo.

Y así alcancé un callejón repleto de bestias enjauladas. Había simios, felinos, reptiles y otros animales de exóticos orígenes. Pero lo que me impresionó se encontraba al fondo del callejón, tras una arcada que daba paso a un patio amplio. Allí vi el paso de una enorme fiera, una leona de pelaje dorado que caminaba sin cadena alguna. Dos hombres intentaban controlarla.

Al acercarme un poco más, pude ver que dos de sus crías, de pelaje también dorado, muy cerca de la leona, quien las protegía con celo maternal. En ese momento la leona se acercó a los que allí estábamos en actitud amenazante, yo me retiré pero una mujer aprovechó para coger a una de las crías y apartarla de su madre.

Los acontecimientos posteriores son nebulosos, quede tumbado ante el sobresalto de la leona y poco o nada vi. Todo se hizo oscuro.

Oí gritos o jadeos entrecortados de la mujer y supuse que la leona estaba acabando con su vida. Nada vi en la oscuridad.

Note el tacto en mis piernas, note el  bulto que era mi torso debajo de las mantas... entonces supe que era la leona...

...y desperté en la oscuridad de mi cuarto, sobresaltado, y aún sintiendo la sangre en mis garras y su sabor en mi boca.




martes, 10 de agosto de 2010

Escribiendo, escribiendo



Malos tiempos estos para mi objetivo de postear al menos una vez a la semana, pero he de dejar constancia de que no es desidia, ni abandono, ni olvido. La razón, sencilla, escribo en otros lugares, una "obra", algo que no postearé, pero que espero poder ofrecer por otros canales.

Un saludo a los lectores, tal vez mejor dicho, lectoras.

Un abrazo.

viernes, 16 de julio de 2010

"Ha": extremo afilado de la hoja

 
Cinco magníficas armaduras del periodo Sengoku dan la bienvenida a los visitantes que se internan en el fastuoso vestíbulo del Metropolitan. Su pose intenta recrear una vívida escena de lucha entre samurais, pero de una manera ciertamente extraña, incapaces de no contrastar con la arquitectura neoclásica del entorno. El conjunto resulta sobrecogedor. Las inertes efigies de los guerreros, cuyas máscaras asemejan los rostros de los demonios del inframundo, parecen buscarse entre si, como en una lucha congelada en el tiempo y transportada delicadamente a un nuevo escenario tan ajeno, a un templo de la modernidad que aspira a la grandeza de lo que una vez el hombre hiciera en la era de los dioses olímpicos. Un lugar extraño, una lucha inconclusa en un lugar extraño.

Esta maravilla es fruto de la última exposición del Metropolitan, "Bushido, el camino del guerrero", en la que muchos de los ricos fondos del museo van a ser expuestos coincidiendo con el aniversario del establecimiento del consulado nipón en Nueva York. Y es por este acontecimiento que Piero viene a la ciudad. 

Durante toda la mañana Piero ha recorrido las espaciosas salas del Metropolitan admirando la rica colección de armas y armaduras del país del sol naciente. Podría parecer un turista más, pero su comportamiento lo delata como alguien interesado en algo más que la mera visión del conjunto, de hecho ya ha sido amonestado en un par de ocasiones por acercarse demasiado a las piezas expuestas. Con sus gafas de montura metálica y su bloc de notas, pasaría por un estudiante o un investigador aficionado, pero en realidad sus conocimientos sobre estas y otras muchas armas sobrepasan en mucho a los de cualquiera de los expertos presentes en el museo.

Junto a él, Charly, el compañero de Emily. Piero y Charly no se conocían, pero Emily insistió en que Piero fuese acompañado por Charly en su visita, más en calidad de chófer que otra cosa, puesto que su trabajo no le permitiría reunirse con ambos hasta la tarde. Existe un parecido razonable entre ambos, al menos exteriormente, cuerpo fibrado, pelo oscuro, gafas y perilla; ignorado el aspecto, sus comportamientos marcan las diferencias internas. Piero, conocedor del ámbito de la muestra, explica pacientemente a Charly cuantas peculiaridades pueden encontrarse en las diferentes armas y armaduras presentes. A su vez, éste último atiende cual alumno aplicado, con esa capacidad de atención que sólo los niños muestran al posar por primera vez sus inocentes ojos en un mundo que los sobrepasa.

Mas tarde, una vez fuera del museo, sentados sobre la verde hierba de Central Park, Piero volverá a esa reflexión, a notar lo diferentes que son en su interior él y Charly. Le explicará la diferencia entre las castañas dulces y amargas, el porque las amargas son abandonadas sobre la hierba y nadie las come; y se sorprenderá por ello, de lo alejado que se encuentra Charly de su entorno, de su capacidad de asombro y de su ignorancia, más propias de un niño que de alguien de su edad, prácticamente la misma que él.

Tan diferentes en unos aspectos, con ciertas semejanzas exteriores y un nexo común, ella.

En realidad a Piero le agradó Charly y se sintió a gusto en su compañía, de lo contrario las cosas hubiesen sido muy diferentes. Como luego descubrió Piero, Charly se sentía muy incomodo con su presencia en la ciudad, no conocía lo que había pasado entre él y Emily, no exactamente, pero si lo suficiente para estar intranquilo. El agradarle se convirtió en su mejor garantía de que nada malo sucediera.

No obstante, para Piero fue una sorpresa encontrarla con un hombre tal. Ella era una mujer iniciada, conocedora de vías que hasta a él mismo le causaban respeto a pesar de su entrenamiento de guerrero. Una vidente, de las Hijas de Selene. Y Charly era, bueno, técnico ascensorista, un hombre corriente. Nada malo desde luego, pero se le antojaba escaso en potencial, sobre todo en comparación con Emily. Tal vez su preocupación viniese del hecho de que entre él y Emily no fructificara nada y se sintiese responsable de la situación actual. Pero que podía hacer él después de lo pasado, como Siervo de Neit, poco más podría haber hecho.

De cualquier forma, no eran estas las preocupaciones que lo habían traído de regreso a la ciudad,  aún debía examinar los datos recogidos en el museo. Sabía que entre todas las piezas examinadas se encontraba la que buscaba, aquella que utilizó el maestro Onmyoji hacía ya tanto tiempo. Cuando la encontrase, Emily le sería de gran ayuda.




martes, 29 de junio de 2010

Recreare




recrear.
(Del lat. recreāre).

1. tr. Crear o producir de nuevo algo.

2. tr. Divertir, alegrar o deleitar. U. t. c. prnl.


Recrear, curiosa circunstancia la de volver la mirada hacia el pasado buscando dios sabe que, para acabar recorriendo ruinas y vestigios del pasado ataviado con ropajes de otro tiempo a precios de este.

Y es que últimamente, no he tenido un fin de semana en el que no haya viajado con la mente y mi vestuario a tiempos pretéritos. ¿Cómo he llegado a esta circunstancia? No lo se exactamente. Es verdad que desde ya hace mucho he sentido una gran atracción por los trajes de otras épocas, buscando en mercados y mercadillos ropas de segunda mano que pudiera aprovechar, no perdiendo ocasión en la que lucir un buen disfraz, el cual podría ser mejor definido como traje; y en general, coleccionando ropa... poco habitual.

Sin embargo, desde no hace tanto, acompañado de una gente desde luego maravillosa que comparte hasta cierto punto esta sencilla locura, me he visto inmerso en lo que pasa de disfrazarse a vestirse y de pasear a recrear.

¿Y que significa recrear? Pues esto mismo me pregunte cuando, una de tantas veces, me acerqué a la página de mi querida RAE. 

Visto está, se trata de crear algo nuevo, y como no, de divertirse, alegrarse y deleitarse.

Sea pues, el demiurgo regresará una vez más, y donde una vez creó, recreará.


sábado, 19 de junio de 2010

Una vez más extraño


Hacía ya tiempo que no sufría esta penosa sensación que se da al sentir la fuerza adversa de la corriente dominante. Esa presión a la que se ve sometido nuestro ser en tanto en cuanto lucha por vencer una inercia social que nos arrastra hacia lo común, hacia algo que, para nuestra desgracia, no es de nuestro interés, pero sí del interés del más común de los mortales.

Ya hace mucho tiempo de la primera vez, y ya hace mucho que mi rareza fue izada cual bandera, verde, sin duda, de mi independencia. Y aún así se hace penoso volver a soportar esa inmunda fuerza que nos pretende doblegar al gusto de lo general.

Tal vez se trate de un imperativo biológico, instintivo, que nos haya permitido alcanzar el obsceno éxito como especie del que hoy disfrutamos,  una fuerza que nos guiaría como aquella que coordina el vuelo de los pájaros, el transitar de las hormigas o el fluir de un banco de peces en el mar. Porque en todos estos casos la independencia es la muerte, es ser sometido al escrutinio siempre amenazador de la selección natural frente a la segura protección de la masa, donde aunque sólo por estadística esta la supervivencia.

Es por eso que navegar sólo es duro, por los peligros del océano así como de la incomprensión y acaso rechazo del banco abandonado, ya que una vez dejado, ¿cómo regresar?

Y de cualquier modo, en verdad, ¿quién puede regresar a un lugar donde nunca ha estado?


martes, 15 de junio de 2010

Oh destino!! O se ofrece doble licenciado para trabajos sencillos...


Decir que me encuentro en una encrucijada, sería pecar de positivo. En realidad desde mi visión actual creo que me encuentro más bien atascado en el devenir del imparable tiempo, enrolado en una marcha sin descanso ni destino más allá de la fatalidad...

Dos fértiles años abonados por sendas becas y el ya habitual  trabajo en el exilio estival me han acostumbrado a una vida, tal vez, demasiado fácil. Y ahora, -"Oh destino!!"- vuelvo a declamar-"¿Qué será de mí?"

Ya se acerca el estío, ya llegaron las oscuras y tantas veces mencionadas golondrinas de su refugio invernal, ya no queda tiempo para la que fue la vana esperanza de ser llamado al exilio. Las arcas de los que fueran mis patrones, vacías, desechas, y con ellas, pronto, las mías. O quizás aún no sea tarde, quizás, como en otras ocasiones avisen con tal tardanza que ni tiempo tengamos para preparar nuestra marcha. Pero no, es otra vez vana esperanza, en realidad acomodada desidia que se niega a tomar el mando de un timón tanto tiempo olvidado, de un barco que zozobra, de un barco que se dejaba llevar por las corrientes de la emperatriz del mundo.

-"Oh Fortuna!!"- pues ya sólo queda encomendarme a quien lo hacen los locos y los necios...

Al menos una certeza podrá guiarme en este mar de dudas, sera por necio, que no por loco.



viernes, 4 de junio de 2010

Pared en blanco



Parece mentira, entre unos, otros y ningunos, todo un mes que ha quedado vacío, sin una mísera palabra que rellene, o ensucie, según se mire, este inmenso espacio que es la red de redes.

Desde luego es curioso como escribimos y escribimos,  miles de millones de humanos, escribiendo sin descanso en esta enorme pared en blanco, sin importarnos a donde han de llegar nuestras palabras, si acaso serán leídas para nuestro secreto goce, si importunarán a alguien o a ninguno. Porque siendo tan grande este espacio, ¿a quien le importan mis escritos?

Dicen que ya los romanos eran aficionados a dejar escrito su garabato allí por donde pasasen, y especialmente en las letrinas, lugar sin duda muy a propósito para elucubraciones intelectuales tanto como para dejar escrito que tal o cual estuvo aquí. Supongo que nos viene de antiguo esta costumbre.

Y de nuevo la pregunta, ¿para qué?

Quién sabe... ya nos lo dirán los arqueólogos del futuro, que van a tener que lidiar con una ingente y demoledora cantidad de documentos que, en verdad, importan a nadie.

miércoles, 28 de abril de 2010

Frios susurros


Los oscuros corredores habían sido abandonados hacía mucho tiempo, y sin embargo, algo permanecía de todo lo que en ellos hubo. A veces una impronta especial permanece en aquellos lugares donde se ha practicado determinado tipo de magia, y este, era uno de esos lugares.

El desconocido tardó en darse cuenta de los silenciosos pasos que, tras las esquinas, vigilaban sus movimientos. En un primer momento pensó en que acaso aún permaneciera alguno de los olvidados habitantes de este enclave, y fue por ello que deambuló por vacías salas y pasillos hasta recorrer todos los confines de este inhóspito lugar, hasta cerciorarse de que no había más vida que la que el mismo representaba.

No era nada vivo lo que percibió en las frías salas, ni vivo ni muerto, pues lo que encontró era algo que se arrastraba entre este mundo y el otro, sin pertenecer a ninguno de ellos, pero deseoso de acceder a un cuerpo donde medrar, al que parasitar el pensamiento hasta poder llegar a ser de verdad. Todo un conjunto de cuasirealidades en busca de una entrada, de una mente incauta que las alimente, que las nutra hasta la extenuación, para poder ser donde de momento no son.

Lo que lo acechaban eran susurros no pronunciados, pensamientos inconclusos, palabras veladas dispuestas a ser escuchadas. Unas eran desconsoladas llamadas de niños, pidiendo auxilio o un sencillo abrazo; otras voces que prometían grandes secretos a quien les diera crédito, algunas susurros obscenos de un amante apasionado, pero todas falsas, ninguna real.

Viendo esto el desconocido, abandonó una vez más los vetustos corredores y las desoladas salas que una vez hollara, pues al fin y al cabo, en este lugar parasitado no buscaba nada.


sábado, 10 de abril de 2010

Un antiguo lugar


Era un lugar antiguo, desolado y frío a causa del abandono y el paso del tiempo. Los antaño imponentes muros repletos de vidrieras que dejaran pasar la luz, hoy aparecían vestidos de maleza, y poco quedaba en los vanos de sus amplios ventanales que demostrase su antiguo esplendor. Las pesadas y blancas losas de mármol de sus suelos habían perdido su color allí donde las grietas habían permitido el paso del agua y la suciedad; dando un aspecto mucho más antiguo y desolado a lo que fueran los blancos corredores de una gloriosa orden con cerca del centenar de miembros. Y sin embargo, aquí y allá quedaban restos de sus antiguos moradores: muebles carcomidos, viejos manuscritos, cirios dispersos, libros perdidos en el recuerdo... La caída de este lugar no fue repentina, pero su abandono paulatino dejó muchos restos que a nadie preocupó salvaguardar, y de todas formas, a nadie importaba ya todo aquello.Hasta hoy.

El desconocido se introdujo por las grandes puertas de sellos corrompidos y, en silencio, caminó despacio entre la desolación reinante. Tan sólo sus suaves pasos sobre las losas de piedra lo acompañaban en su recorrido, pues nada había allí que pudiera hacerle mejor compañía. Sin embargo, no era así...

Una historia de hace mucho tiempo...



Esta es la historia de algo que fue, o que pudo ser, hace mucho tiempo, en otro mundo muy cercano a este, tan cercano que casi podía vivirse en este y en ese mundo a un tiempo, es la historia del mundo de Iggdrassil.

Yo no lo viví, tan sólo fui un espíritu pasajero, un invitado que pudo recorrer este mundo sin las ataduras de un cuerpo o un alma. Pero gracias a ello pude ver donde otros no podían, conocer mucho más de lo que se podía percibir con los sentidos naturales y ahora puedo escribir todo lo que de lo contrario quedaría en el olvido, pues cuerpos y almas mueren, se pierden en el polvo, y sus recuerdos con ellos.

Pues bien, supongo que habré de empezar por el principio, y supongo que ese principio fue el Demiurgo. Fue él quien lo creó todo, no era un dios, tan sólo un siervo de quien sabe que fuerzas, y bajo su auspicio, fue creado ese mundo. No lo creo de la nada, pues es algo imposible para un ser de su naturaleza, pero fue quien insufló vida a tal creación, aunque su origen se perdiese en las fuentes de los tiempos.

Utilizó materias primordiales, agua, fuego, tierra y aire, nada excepcional desde luego; a los que añadió un quinto elemento: la magia, el éter o como también fuera conocido, luna. Con esta mezcla creo todo lo que era, tanto viviente como inerte, y a cada uno de estos ingredientes dio una consciencia, de esta manera las criaturas que aparecieron pudieron adorar a unos dioses oriundos de su  propio mundo.

Creado todo esto, el Demiurgo descansó, esperando que los seres despertaran sus consciencias y comenzasen a vivir y sentir en este mundo, y esperando también a que comenzasen a relacionarse entre ellos.
 Y así, de esta relación de tantos seres afines y opuestos, fue como empezó rodar el mundo, a recorrer el vacío gracias a la fuerza del conflicto.

El primer conflicto fue inevitable y se basó en los elementos primigenios, los que vendrían más tarde serían consecuencia de este primero, y fruto de la aparición en el mundo de nuevas consciencias, gracias al despertar de los seres; pero eso de momento, se escapa de la crónica del principio, por lo que lo dejaremos para más adelante.



lunes, 5 de abril de 2010

Jet-lag

¡Qué cansado es viajar! 

Es algo que todos sabemos, que los viajes nos agotan, y es indistinto que los hagamos sentados o tumbados. Siempre nos agota el recorrer una cierta distancia, y no me refiero necesariamente a las largas distancias de los vuelos inter-continentales, como pudiera hacer referencia el título de la entrada, me refiero a todo tipo de desplazamiento. Es un hecho.

Bueno, el viajar cansa, eso lo sabemos todos, pero, ¿por qué tanto?

(Antes de continuar quiero hacer un inciso, voy a hablar de metafísica, pero a modo de juego, que nadie me caliente con cosas que ya bastante me calienta... ya escribiré al respecto.)

Bien, continúo, decía pues, que ¿por qué tanto?, y se me ocurre pensar en que tal vez no estemos hechos para las velocidades a las que nos movemos, que tal vez por eso sufrimos unos efectos adversos tal vez no previsibles. Me explico, ¿no tenemos la sensación de que fuera de casa estamos perdidos?, ¿no nos cuesta adaptarnos a un nuevo entorno, por cercano que este sea? Muy evidente es la falta de tránsito intestinal que se suele sufrir al abandonar el territorio propio, por poner un ejemplo.

¿Y qué es lo que nos impide hacernos a un nuevo entorno? ¿Qué es lo que dejamos atrás?

¿Quién podría asegurar que nuestro espíritu no se queda atrás, que tarda más en encontrarnos, que es lo que echamos en falta cuando nos desplazamos? Tal vez sea por eso que nos agotamos tanto, que nos cuesta encontrar nuestro lugar hasta pasado un tiempo, pues es natural que nos cueste tiempo y energía tirar del carrete de ese cordón de plata de nuestro alma.

¿Quién sabe...




jueves, 25 de marzo de 2010

Cálido despertar


Hace unos días sufrí un estridente y traumático despertar a manos de la tecnología, algo no tan ajeno a nuestros días pero a lo que mi naturaleza se resiste a acostumbrarse. Tal vez sea por eso que me es frecuente despertar súbitamente, pocos segundos antes de que ese objeto infernal perturbe mi descanso...

De todas formas, si hace unos días sentía desgarrar mi ser ante tal experiencia, hoy puedo escribir desde la más plácida experiencia de despertar poco después del amanecer arropado por el calor de una tierna compañía. Es el astro rey una vez más quien despierta mis sentidos, quien encumbra mis deseos de vivir y me permite disfrutar del mundo, quien me hace retornar del intangible reino de Morfeo para gozar de la existencia carnal. 

Y es que ese trance del que hablara, no se hace trauma una vez desterrado ese estridente e infernal artilugio salido de la mente de algún habitante del Averno. Muy al contrario, es agradable despertar lleno de gozo. 

Sea cuando fuere que leáis estas líneas, os deseo buenos días, y muchos placenteros despertares.



domingo, 21 de marzo de 2010

Onicerat el Caído, Señor de la Fortaleza de Arenas Negras



En mitad del desierto negro, rodeado por una basta extensión de las nada más absoluta, se yergue una oscura roca  que parece desafiar a los mismísimos cielos con su pérfida figura. Y sobre esta, construida con el sacrificio en sangre de miles de esclavos, la infame Fortaleza de Arenas Negras.
Cualquiera con el valor o la locura suficientes para atravesar el inhóspito desierto negro creerá hallar su salvación a los pies de esta oscura roca, en mitad de la nada de una planicie inabarcable, única promesa de sombra y descanso seguro. Pero cuan insensata esta vana esperanza, pues lo que en el interior de la fortaleza espera no puede estar más alejado de la paz y el descanso.
En esta fortaleza, construida sobre los lamentos de muchos, habita un desalmado practicante de la más horrible forma de Al-Qilme, un hechicero de negro corazón llamado Onicerat.
Cuenta la leyenda que antaño fue un sabio erudito capaz de controlar las arcanas energías del cielo y de la tierra, del fuego y el éter, de los hombres y las bestias; pero un fatídico día comenzó un desgraciado descenso hacia un abismo de perdición que lo encumbraría como señor de la Fortaleza de Arenas Negras.
¿Que pasó?, ¿que fue lo que lo arrastro de un camino de rectitud para adentrarse en las sombras?, lo que desencadenó esta pérfida caída fue el intentar controlar el único poder que se le escapaba a este poderoso hechicero y este fue el dominio sobre el mayor de los ladrones, el mayor miedo de todo hombre cuerdo o desequilibrado de este mundo, el control sobre la mismísima muerte.
¿Y que llevo a este poderoso mago a buscar un poder tal? ¿Sed de poder? ¿De conocimiento tal vez? ¿O tan sólo una tremenda locura? Pues bien, nada de esto tuvo nada que ver con los tristes acontecimientos que tuvieron lugar en un día como hoy, en un palacio como este, a una bella y delicada criatura, tan hermosa que, su padre, el poderoso Onicerat, la cuidaba como el mayor de sus tesoros.
Esta bella dama, de nombre Lurasizhar, competía en fama con su padre, sino en sabiduría, si en belleza, pues su hermosura era proverbial y conocida del mortífero mar salado, al ignoto mar de dunas del oeste.
Nadie hubiera permitido de haberlo podido evitar que tan hermosa criatura fuese presa de la más terrible enfermedad, ni nadie, ni su padre, ni todos los sabios y físicos a los que consulto, pues, ¿quien podría desear el sufrimiento de la mas dulce de las creaciones del señor?
Sin embargo nada pudo hacerse, y por mucho que su padre lo intentara, ni con todo su saber pudo evitar la muerte de su amada hija Lurasizhar.
Onicerat desespero de sufrimiento, maldijo a los espíritus del aire y de la tierra, del fuego y del éter, de los hombres y de las bestias, todos cuantos conocía y sobre los que tenia poder, por haber permitido la muerte de su pobre y bien amada hija. Y tras proferir semejante maldición, tan sólo quedo la oscuridad.

lunes, 8 de marzo de 2010

Solitario anochecer...

Era noche cerrada, desde la ventana apenas se distinguían las luces de las aldeas distantes, los últimos carruajes habían partido ya y apenas quedaba rastro de los invitados del duque. Sin embargo, éste continuaba pensando en todo lo acontecido, repasando cada detalle de lo que se había hablado, valorando las posturas de los diferentes interlocutores, intentando prever los siguientes pasos a seguir, las decisiones que se habrían de tomar tiempo después. 

Y esto lo agotaba, hacía mucho tiempo que no se celebraba un concilio semejante entre los muros de su apartada residencia, mucho tiempo desde que nobles venidos de cerca y de lejos se juntaran para debatir objetivos comunes a seguir, mucho tiempo desde la última vez. Desde la caída de los territorios del este... desde la guerra civil de Ortang. 

Tal vez era eso lo que lo desgastaba por dentro, lo que ocupaba su mente hasta la extenuación. El miedo a vivir otra guerra civil, el miedo a no ver ninguna señal de la caída inminente, como le pasó la última vez. 

Aunque claro, todo era diferente, sus dominios eran ahora prósperos, los nobles que frecuentaban su morada no eran los de antes, todo era distinto, y sin embargo, el miedo permanecía y obligaba al duque a pensar en cada uno de los detalles, a intentar predecir las acciones y reacciones del resto de nobles... porque, a fin de cuentas, ¿no eran personas lo mismo que aquellos nobles olvidados? ¿que aquellos ingratos que juraron destruirle?

El reloj hizo sonar las doce por los pasillos del palacio y por un segundo sorprendió al duque que, junto a la ventana, mirando la negrura de la noche, se encontraba perdido en sus pensamientos. Fue entonces cuando la duquesa, amante compañera del duque, entró en la sala y se acercó a este preocupada por su semblante cansado y ausente. 

-¿Te encuentras bien? Ya es noche cerrada y deberías acostarte- dijo mientras posaba dulcemente sus manos en la sien del duque, en un acto que nunca adivinaría cuan importante era en aquel momento de debilidad, de cansancio, de soledad...


Espantados fueron los oscuros pensamientos, desechada la soledad...