viernes, 25 de febrero de 2011

"Tsuba": guarda que protege la mano que empuña



Con las rapidas notas que había podido tomar de las piezas expuestas, Piero comenzó a analizar las pistas que podrían sacar a relucir aquella espada que buscaba. Había bastantes que por sus características y época de fabricación podrían ser candidatas a esconder un poder oculto desde tiempo atrás, pero sólo una fue creada con la doble misión de servir como arma y contenedor de un Nephilim, uno de aquellos seres arcanos tan peligrosos. 

Lamentablemente, en el Metropolitan nunca le permitirían realizar las pruebas que lo sacarían de dudas, esgrimir cada una de las piezas. Su capacidad para sentir el acero, algo que aprendió tras años de práctica marcial, le permitiría diferenciar el arma aún con los ojos cerrados, así de especial era aquella que buscaba. Por si fuera poco, si sus cálculos no eran erroneos, no gozaba de excesivo tiempo para preparativos antes de que la conjunción fuera la adecuada. Gracias al Sino contaba con Emily. Ella sería capaz de alcanzar la pieza que deseaba y examinarla en profundidad. Gracias a su don, lo que la convertía en una iniciada, lo que la convertía en los labios de un oraculo de Selene.

Piero recordaba bien el día en que se conocieron. Como si la voluntad de un simple mortal fuera más fuerte que el destino, había partido de su casa para recorrer los quinientos kilómetros que lo separaban del lugar de investigación con la certera intención de encontrar a una amante en su viaje. Nada más verla se sintió atraido por ella, aunque no llegó a vislumbrar ni de cerca lo que escondían aquellos ojos bonitos. Ella era un enlace, nada más, por lo que no se implicó demasiado en la investigación y se mantuvo en un discreto segundo plano todo el tiempo. El equipo de Piero se había desplazado con una considerable potencia de combate, algo que al final resulto innecesario, llegando a frustrar a algunos de los miembros más impetuosos del equipo. Sin embargo fue precisamente la tranquilidad de no encontrarse bajo ningún tipo de amenaza lo que permitió que  Piero y Emily se conocieran, y que pasasen su primera noche juntos.

Lo que marco la diferencia entre un encuentro de una sola noche y algo más, fue algo que ambos hicieron, o no hicieron, en el caso de Piere. Para Emily fue el tierno abrazo en el que se fundieron, como si fuesen de una misma carne, con sólo eso basto para que sus sentimientos hacia Piere despertasen. Así de sencillo. Unicamente abrazados en la incomoda litera del piso franco, ajenos a un mundo que podía despertar los mayores terrores sobrenaturales que las pesadillas de los hombres pudieran imaginar, durmieron hasta bien despertado el día. Para él, sin embargo, fue un gesto casi imperceptible, pero de mucha transcendencia el que le llevo a sentir algo más por aquella mujer. Las amplias capacidades cognitivas de Emily la guiaron hasta el punto exacto donde un ser de alma torturada había herido a Piero por última vez. Una herida desgarradora que trascendía de lo mundano y que aún sangraba más allá de las capas de piel de Piero. Una herida que sanó con un suave beso, el primero que le ofreció, el más significativo de todos lo que más tarde compartirían.

Una vez más, Piero recordaba aquel tiempo con cariño, y tal vez algo de pesar. Pues a pesar de lo intenso de su relación, nunca se permitió que las circunstancias de ambos fuesen ignoradas. Él, un Siervo de Neit; ella una Vidente de Selene. Dos mundos demasiado diferentes para permitir una unión así. Y sin embargo, muchas veces se preguntaba si en realidad era tal la dificultad a la que se hubieran enfrentado. Al fin y al cabo, ambos eran voluntades fuertes capaces de dominar las más arcanas disciplinas. 

Especialmente dañina para Piero era la sensación de que unicamente hubiera sido su miedo lo que impidió tal unión. En realidad, cuando lo reflexionaba, era consciente de que todos aquellos dones de Selene lo aterrorizaban. Nunca quiso aprender nada sobre la transmigración, nunca quiso pensar en abandonar su envoltorio carnal y hasta era incapaz de retener el escalofrío que sentía cada vez que Emily le contaba que habían dormido juntos, a pesar de encontrarse cada uno en una punta del estado. Tal vez fuera ese miedo lo que lo apartó de ella. El miedo a esa otra faceta de lo desconocido, la parte más metafísica, aquella que escapaba del mundo físico que tanto dominaba a golpe de acero.
 
De cualquier modo, poco importaba todo eso entonces, sus vidas habían seguido caminos diferentes y ella había unido su vida a la de otro; algo que Piero no estaba dispuesto a olvidar, a pesar de que ese otro fuera  alguien como Charly.




lunes, 21 de febrero de 2011

Sobre la sangre Valyria

Hace mucho tiempo, antes de la Era del ocaso, aquella que precede a la nuestra, la Era sin dragones; se extendió por las montañas de todo Northern una majestuosa estirpe, el pueblo de la Antigua Valyria, que para entonces ya era viejo. Este pueblo habitaba en las altas montañas, sobre picos inhóspitos, en fortalezas talladas en la propia roca que se elevaban como agujas hacia el cielo. Y era de este modo, puesto que eran las montañas la fuente de su enorme poder, desde donde reinaban sobre el resto de seres de la creación.

No era el caso de todos los hijos de Valyria, pero es cierto que muchos de entre ellos contaban con portentosas capacidades mágicas que utilizaban para mayor gloria de su pueblo. 

El más antiguo saber de estos dotados fue el de la Geomancia. Era esta una capacidad mágica tal que les permitió elevar sus fortalezas sobre las cimas de las más altas montañas, asentadas en riscos imposibles, ofendiendo majestuosas a la ley de la gravedad.

Otros de estos dotados dominaban el arte de la Piromancia, el arte de entender el fuego. Gracias a este poder descubrieron artes alquímicas y metalúrgicas que sólo ellos eran capaces de dominar, pues cualquier otro mortal hubiera fenecido ante las temperaturas alcanzadas por sus obras. Los más grandes piromantes llegaban a trabajar en las mismísimas entrañas de la tierra, sirviéndose de la lava fundida que emana de los volcanes de profundidad. Conocido por todos es el resistente acero valyrio, un material que se forja con magia a gran profundidad y que da lugar a las mejores armas y armaduras que se pueden encontrar en todo Northern.

Y por último, aquellos dotados que fueron la insignia de la Antigua Valyria por el terrorífico poder de que hacían gala: controlaban a la más temible criatura surgida de los fuegos de la tierra, los dragones. Estos eran los Dracomantes.