lunes, 21 de febrero de 2011

Sobre la sangre Valyria

Hace mucho tiempo, antes de la Era del ocaso, aquella que precede a la nuestra, la Era sin dragones; se extendió por las montañas de todo Northern una majestuosa estirpe, el pueblo de la Antigua Valyria, que para entonces ya era viejo. Este pueblo habitaba en las altas montañas, sobre picos inhóspitos, en fortalezas talladas en la propia roca que se elevaban como agujas hacia el cielo. Y era de este modo, puesto que eran las montañas la fuente de su enorme poder, desde donde reinaban sobre el resto de seres de la creación.

No era el caso de todos los hijos de Valyria, pero es cierto que muchos de entre ellos contaban con portentosas capacidades mágicas que utilizaban para mayor gloria de su pueblo. 

El más antiguo saber de estos dotados fue el de la Geomancia. Era esta una capacidad mágica tal que les permitió elevar sus fortalezas sobre las cimas de las más altas montañas, asentadas en riscos imposibles, ofendiendo majestuosas a la ley de la gravedad.

Otros de estos dotados dominaban el arte de la Piromancia, el arte de entender el fuego. Gracias a este poder descubrieron artes alquímicas y metalúrgicas que sólo ellos eran capaces de dominar, pues cualquier otro mortal hubiera fenecido ante las temperaturas alcanzadas por sus obras. Los más grandes piromantes llegaban a trabajar en las mismísimas entrañas de la tierra, sirviéndose de la lava fundida que emana de los volcanes de profundidad. Conocido por todos es el resistente acero valyrio, un material que se forja con magia a gran profundidad y que da lugar a las mejores armas y armaduras que se pueden encontrar en todo Northern.

Y por último, aquellos dotados que fueron la insignia de la Antigua Valyria por el terrorífico poder de que hacían gala: controlaban a la más temible criatura surgida de los fuegos de la tierra, los dragones. Estos eran los Dracomantes.







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