domingo, 29 de mayo de 2011

Dios o los pimientos verdes


Es bien sabido que vivimos en un mundo donde la razón actúa como eje de nuestro pensamiento, y cómo ser de otra manera en un mundo donde la ciencia lo empapa todo. Es por ese motivo que aquellos que tienen fuertes creencias espirituales o metafísicas parecen querer casar ese racionalismo con algo como el sentimiento religioso. Supongo que es la manera de obtener la aprobación del pensamiento racional ante sentimientos que se escapan del ámbito de la razón por su propia naturaleza.

Pero hay un punto especialmente molesto donde también se realiza esta labor de otorgar una envoltura racional al ámbito religioso, se trata de el proselitismo religioso. En mundo donde se nos acostumbra a aceptar cualquier concepto científico cual dogma de nuestra civilización, aunque al más común de los mortales pueda parecerle cosa de magia, ¿cómo no aprovechar ese discurso para introducir la idea de Dios a través de argumentos racionales? Racionales digo, aunque lo sean únicamente en apariencia, así se utilizan argumentos que apelan a la lógica, a la ciencia o hasta al más burdo chantaje emocional. 

Y digo yo, ¿es que existe algún argumento de peso que me haga creer en Dios o seguir los dogmas de una religión? A mi entender no, y es imposible que exista tal cosa. Es aquí donde introduzco los pimientos verdes. El gusto por comer pimientos verdes es personal, hay a quien le gustan y a quien no, y punto. ¿Cabría la posibilidad de encontrar un argumento que explicase mi gusto por comer pimientos verdes y a la vez convenciese a alguien de que han de gustarle? Lo dudo, es algo que no se puede ni explicar, ni transmitir. Lo único que puedo decir es que a mi me gustan los pimientos verdes y que te recomiendo probarlos. 

Se que comparar a Dios con un gusto culinario puede parecer ridículo, pero a mi entender es igual de ridículo el intentar convencer a alguien de que crea en Dios como de que le gusten los pimientos verdes.

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