domingo, 1 de mayo de 2011

El arte de la esgrima


Aunque ya he hablado de esto, de lo que supone la práctica del deporte, quisiera matizar algo más la idea que tengo al respecto. Y aquí sí quiero dejar claro que me refiero a la práctica de esgrima, no de cualquier otro deporte; aunque tal vez mis reflexiones pudieran adoptarse también para otras disciplinas. Pretendo hacer notar la diferencia entre la competición deportiva y la práctica como aprendizaje de un arte.

Con el objetivo de conseguir una buena marca, si no la mejor, en una competición, se realiza un gran esfuerzo de entrenamiento y concentración. En el caso de lograr el objetivo, se disfruta de un momento de gloria. No obstante, en mi opinión personal este efímero momento de gloria requiere de un esfuerzo y sufrimiento, tanto propio como de los contrincantes, que no compensa en absoluto. Es claramente una cuestión de prioridades, pero en mi cálculo inversión/beneficio no obtengo un resultado que me agrade. Es por ello que no me convence la competición.

Es más, si nos adentramos un poco más en su aspecto filosófico, ese momento glorioso requiere necesariamente de frustrar y derrotar a un adversario que juega bajo las mismas reglas y busca la misma meta. Voy a depender constantemente de causar la derrota del contrincante. Esta situación es insostenible, pues nadie puede vencer siempre, por lo que puede acarrear una frustración que termine por apartarnos de la competición. Caso  este de algunos maestros que no compiten, pues es la única manera de esquivar la derrota.

Para continuar con el discurso definiré otra visión que considero puede tener la práctica de la esgrima, esto es: el arte de la esgrima. Apreciar la esgrima como un arte donde se consigue disfrutar del desarrollo de la frase de armas, del enfrentamiento de dos destrezas que buscan crear una estocada bella. 

Este arte es igualmente efímero, pero busca agradar a los dos contendientes. En verdad yo disfruto de una estocada bien ejecutada, ya sea propia o ajena. En este juego que es el duelo simulado se aprende y disfruta de la belleza del combate, sin importar quien vence. Si somos los que perdemos, tendremos la oportunidad de aprender de nuestros errores o de las destrezas del adversario. 

No quiero decir que en este tipo de arte no se busque la victoria, pero se discrimina el tipo de victoria que se consigue, puesto que demostrar la destreza de una bella estocada es más complejo que simplemente alcanzar al adversario con la punta de nuestra espada.

Por otro lado, todo el esfuerzo invertido en mejorar nuestra destreza será un bien que perdura, que no desaparece con el fin del combate; puesto que disfrutar de una estocada es un gozo que se puede disfrutar siempre, pues sobrepasa los límites de la capacidad física, es algo que implica un conocimiento del acero, algo que sólo puede aumentar con el paso del tiempo.


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